domingo, 24 de febrero de 2008

Cine de fin de semana

Por fin otro finde tranquilo en casa y sin salir, que esto último cansa mucho y más y más al bolsillo y la semana que viene tengo boda de compromiso, pero boda al fin y al cabo, y hay que estar preparado física y mentalmente.
Veamos que nos ha dejado el sábado y el domingo en materia cinematográfica:

El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford
Película cuyo título debería llevarse el premio a la mejor recensión del año tanto en cuerpo como en alma. Me explico, la película trata de lo que dice el título y es tan larga como él (y, a veces pesada), no obstante, no es mala y merece la pena verla para seguir la incipiente carrera de un actor llamado a hacerse un hueco en el elenco estelar americano: Casey Affleck. La música, minimalista, es de lo mejor. Parecida a La Delgada Línea Roja ( en esa línea).


First Snow
Es una película de la temática habitual de su protagonista, Guy Pearce, esto es, diferente. El inicio es bastante sugerente, pero pierde fuelle con su desarrollo y menos mal que es corta, lo cual agradece la trama y el espectador. Por lo menos, los actores actúan creyéndoselo y se deja ver, aunque tiene un cierto regusto a telefilme.

Fracture
Clásica película de abogados y fiscales sobre un crimen clarísimo pero sin pruebas. Entretiene bastante y como cuenta con la baza de Anthony Hopkins, pues se eleva sobre la media. Es verdad que recurre al truco de ocultar parte de la información (visual), pero si se es observador y pensador, se puede adelantar el final con la satisfacción que ello conlleva. La recomiendo para las que tengan aventuras extramatrimoniales, que vean como se las gastan en América los maridos de "cuartos".

Cadena Perpetua
Qué se puede decir de una de las películas más famosas, bonitas y moralizantes de la pasada década. Un alegato contra la privación perpetua de libertad o un aviso para navegantes de lo que supone para los delincuentes el salir después de pasar una vida entre rejas, como se quiera ver.
A tener en cuenta la habilidad del guionista y del director para hacer odiar al alcaide, cuando todos los presidiarios de la cárcel (salvo el protagonista) están en ella por ser culpables de asesinato, como poco.

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